El 8 de noviembre de 1961 se clausuró el sector Bartolomé Mitre-Delta del llamado Tren del Bajo, del ex Ferrocarril Mitre,
tramo de vía que se extendía a lo largo de unos 15 km en forma paralela al Río
de la Plata, atravesando los partidos de Vicente López, San Isidro, San
Fernando y Tigre.
Unos meses
después, Victoria Ocampo plasmó sus recuerdos de ese tren, en un escrito que
tituló Adiós al Tren del Bajo.
Villa Ocampo, la
mansión paterna donde la escritora nació, se crió y vivió buena parte de su
vida, se extendía por las barrancas de San Isidro hasta las vías del tren del
Bajo. El tren fue, entonces, una presencia cotidiana.
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San Isidro "R" |
“¡Su
pasar periódico se ha mezclado con tantas cosas a lo largo de una vida! Desde
el Padre Nuestro de la niñez, hasta la carta de amor de la adolescencia; desde
la ´mancha´ hasta la Divina Comedia; […] desde las campanas de la iglesia
llamando a misa de gallo hasta los truenos de las grandes tormentas
veraniegas”. En las noches, en el temor del dormitorio oscuro, “el ruido
rítmico del tren era como una presencia súbita y sedante. Su silbato horadaba
las tinieblas y cavaba un túnel protector, aunque efímero. No era inquietante y
premonitor como el ladrido de un perro”.
El tren era sonido
y ritmo y “a veces un silbido”. En ocasiones, el paso del tren despertaba otros
sentidos.
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Victoria Ocampo |
“A
veces me parecía que llegaba hasta la casa, si venía el viento del río, ese
olor especial a locomotora caliente, a estación del Retiro, a vagón, que
precedía los añorados viajes a Pergamino”.
"Los recuerdos fluían, se
encadenaban unos con otros, vívidos, soñados y recreados “con la complicidad
del tren”. Un viaje nostálgico hacia el pasado, donde se fundían las
reminiscencias de una mujer madura con los sueños de una niña, con sus
fantasías de “evasión”. Alejamiento de las maestras. Libertad (relativa). […]
En un segundo, el rítmico tren del Bajo había creado esas imágenes para mí sola
[…].”
Sin
embargo, esas visiones no eran presentadas como un argumento nostálgico a favor
de la restitución del servicio ferroviario suprimido. Lejos estaba la escritora
de perseguir ese propósito.
“De cualquier modo, quiero dejar sentado
que yo me guardo bien de pedir la prolongación de la vida (y milagros) del tren
del Bajo. […] No. Esto no es un pedido de indulto, es una simple despedida.
Cada cosa tiene su tiempo. Pero nos queda el derecho de despedirnos.”
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Estación Bartolomé Mitre |
Así,
para Victoria Ocampo, el tren del Bajo había tenido también su tiempo; pertenecía
a un pasado ya definitivamente ido, que sólo podía existir en los recuerdos de
alguien como ella, que había “vivido su vida entera a orillas, casi, de ese
tren del Bajo, como a orillas de un río”.
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Mitre vista desde el paso a nivel de Av. Maipú |
En
silencio, casi inadvertidamente, el tren del Bajo se ausentó un día, y no
volvió, ni al día, ni al mes, ni al año siguiente. Quizás Victoria Ocampo lo
esperó un tiempo, en vano, lanzando “miradas nostálgicas por la ventana, generalmente abierta sobre el jardín”, como
había hecho en su niñez cuando el paso del tren interrumpía por un momento la
lección de francés a la hora de la siesta, o más tarde, cuando el correr del
tiempo había hecho surgir temores y otras visiones (“las cruces amenazantes
dibujadas junto al portón de Villa Ocampo”), y “el tren se convertía en algo
así como el pulso de un enfermo, que mi soledad amenazada auscultaba”. La
escritora no volvería a ver el tren del Bajo. La despedida fue, por su parte,
definitiva. El tren del Bajo, sin embargo, sí volvería, y pasaría nuevamente al
pie de las barrancas que habían pertenecido a Villa Ocampo, aunque ya no sería
el tren que conoció y soñó por tanto tiempo Victoria Ocampo.
Fuente:
OCAMPO, VICTORIA. Testimonios. Sexta serie
(1957-1962). Buenos Aires: Sur, 1963, pp. 21-24.
Fotos. Museo Nacional Ferroviario