“La vía tiene algo de mágico, mezcla de desafío y curiosidad, que una vez que te atrapa ya nunca te abandona”

domingo, 9 de noviembre de 2014

El Pasado Ferroviario en Pablo Acosta


El año 1961 fue decisivo en la historia ferroviaria argentina. El gobierno de Arturo Frondizi (1958-62) inició en forma sistemática la eliminación de servicios y la clausura de talleres y ramales, medidas extremas destinadas a reducir el creciente déficit de explotación ferroviaria. Esta política de “racionalización” volvería a aplicarse, una y otra vez, hasta mediados de la década de 1990. 

Revista del Ferrocarril del Sud – Nº 86, Agosto de 1932
Entre los ramales del Ferrocarril Roca que se vieron afectados, se encontraba el que se extendía entre Azul y Chillar, primera sección de un ramal más extenso que llegaba hasta Coronel Dorrego. La línea era altamente deficitaria. El Plan de Largo Alcance, que se conocería popularmente como Plan Larkin, recomendaría su clausura, como parte de una tercera etapa de cierre de ramales deficitarios, a implementarse entre 1968 y 1970. Este plan, sin embargo, no llegó a aplicarse, ya que el presidente Frondizi cayó a fines de marzo de 1962, pocos días después de que se presentara el plan.
El ramal Azul-Chillar, empero, fue clausurado aún antes de la caída de Frondizi. El enfrentamiento del gobierno con los gremios ferroviarios culminó en la Gran Huelga de 1961, durante la cual aquel decidió el cierre intempestivo de una serie de ramales, entre ellos, el de Azul a Chillar (en realidad, se mantuvo habilitado el tramo Azul-Lazzarino, que quedó como un desvío desde Azul para acceder a la Fábrica Naval de Explosivos Azul –FANAZUL-). Levantada la huelga, y caído el gobierno, el ramal nunca más se abrió.
Últimas imágenes de la estación Pablo Acosta, su demolición
 Años más tarde, entre 1968 y 1970, durante la Revolución Argentina, un tren volvió a surcar las vías entre Lazzarino y Chillar, pero para levantarlas. A la par del paso del tren de levante, cuadrillas de obreros se encargaron de demoler los edificios de las estaciones intermedias.   





Pablo Acosta, hoy

Cuarenta años después de la destrucción de la estación, viajamos a Pablo Acosta, para descubrir los restos ferroviarios que habían sobrevivido a la acción del hombre y del tiempo.

Viejo dique en Bocas de las Sierras
El deteriorado asfalto de la ruta 80, con sus hermosos paisajes serranos, nos depositó frente al viejo almacén de Pablo Acosta. Hacia el sureste el terreno baja, en busca del Arroyo de los Huesos. El erosionado terraplén del ferrocarril, que se resiste a desaparecer, se pierde hacia Martín Fierro. La boca de una alcantarilla asoma a lo lejos. 




La destrucción de Pablo Acosta fue intensa, pero su pasado ferroviario no se ha ido del todo. Una frondosa arboleda oculta las casas auxiliares y el baño de la estación, que escaparon a la furia destructora. Uno de los carteles de cemento de la estación fue reubicado frente al almacén, calle por medio, contra un fondo de verdes cerros. Restos del andén yacen desparramados a la vera de la ruta de acceso al paraje.


Solo ruinas quedaron de la estación
(Fotos Claudio Marcos)



A unos metros del almacén se encontró 
hace unos años, enterrada, la placa testimonial del año de construcción de la estación [1929]. Agrietada y dañada, pero aún magnífica, descansa como una pieza de colección en el patio del almacén, que es en sí mismo un verdadero museo, que atesora en cada uno de sus rincones los recuerdos de tiempos idos. Allí nos parece escuchar las voces del ayer,  y sentir el temblor del paso de un tren, que se nos antoja tan real, aunque sepamos que es tan sólo un sueño.


Viejo libro contable



Trasponemos la puerta del almacén y  volvemos a la realidad. Envueltos en silencio, nostálgicos por un pasado que se fue hace tiempo, y que lamentablemente no pudimos vivir, partimos en busca de otros rumbos, hacia el Oeste, hacia el encuentro de otro ferrocarril.