“La vía tiene algo de mágico, mezcla de desafío y curiosidad, que una vez que te atrapa ya nunca te abandona”

domingo, 1 de octubre de 2017

Las Acequias, una historia de trenes…

Escudo de Las Acequias
Hablar de Las Acequias es adentrarse en un pequeño pueblo del sur de la Provincia de Córdoba,  bien cerquita de la ciudad de Río Cuarto, “Imperio del Sur Cordobés”. Una zona dominada por el río que lleva el mismo nombre y que otrora fuera el límite norte para las tierras habitadas por los Ranqueles.
Acceso al pueblo: Ruta 8, Km. 570
Para muchos Las Acequias no será más que algo desconocido. Para otros solo un pequeño cartel sobre la Ruta Nacional Nº 8, que indica su existencia a 11 kilómetros. Y algunos pensarán a este lugar como uno de esos tantos pueblos perdidos en medio de la pampa gringa. Y la verdad es que todos ellos tendrían razón… Aunque en mi caso, fue el espacio amplio donde transcurrieron las vacaciones escolares de mi infancia y una parte importante de la historia familiar…

Un poco de historia…

Capilla Nuestra Señora del Rosario
El pueblo de Las Acequias fue  fundado el 7 de Octubre de 1904. El origen del nombre podemos encontrarlo en distintos documentos:
La aparición de esta población tuvo lugar entre dos grandes establecimientos de campo: "Bella Vista" de Juan Gardey y "El Paraíso" de Elías Moyano. En el terreno donado por dichos Señores, se efectuó el trazado del pueblo que llamaron "Las Acequias", por las acequias allí existentes en ambos campos colindantes” ¹.
Según el libro de Enrique Udaondo sobre los nombres de las estaciones ferroviarias:
“… el campo que era de D. Juan Gardey, estaba cruzado por una acequia proveniente de los terrenos de D. Ambrosio Olmos. La propiedad del Sr. Gardey tomó el nombre de <Las Acequias> y la estación de aquella…” ²
El tren fue parte importante en la vida del pueblo, aunque su historia ferroviaria comenzó a escribirse mucho antes de su fundación.
Predio Ferroviario en 1940/41 (aprox)
Foto Centro de Documentación e Investigación
Ministerio de Hacienda
El 18 de Noviembre de 1889 mediante la Ley Nro. 2.669 se otorgó a la empresa Gran Sud de Santa Fé y Córdoba (FCGSSFC) la concesión para prolongar la línea de Villa Constitución – La Carlota, hasta Río Cuarto. Posteriormente por Decreto del 20 de Septiembre de 1900, la compañía es transferida al Ferrocarril Buenos Aires y Rosario (FCBAyR), quien será la encargada de abrir el tramo al servicio el día 1º de Abril de 1902. En 1908 pasaría al Ferrocarril Central Argentino (FCCA), a partir de la fusión de ambas compañías.-
Las Acequias  se sitúa en el Km 366 de la línea Villa Constitución – Río Cuarto. Fue habilitada como estación de 2da. Categoría, para pasajeros, encomiendas, cargas, telégrafo y hacienda.

Un poco de trenes…

Don Manuel Martínez y
Doña Elena gonzález
Pero para quien esto escribe Las Acequias es una de las patas de su historia familiar, que tuvo dos orígenes.
Una parte llega desde el otro lado del Atlántico, es asturiana de pura cepa. Vino de la zona del Concejo de Amieva, cerca de Cangas de Onís. Desde allí partieron Manuel Martínez y Elena González para “hacer la América”, con ellos sus siete hijos, entre ellos Belarmina, la dueña del 50% de la historia, quien no supo de Las Acequias hasta muchos años después de llegar a estas tierras.
La parte restante de la historia también surge de la inmigración. Arranca en Italia, pero se fortaleció en nuestro suelo, a principios del siglo XX. Allí aparece Don Virginio Bucci, abuelo paterno. Hombre de vida dura. Nacido en Venado Tuerto (Santa Fe) pero con niñez cordobesa, de trabajo familiar en el campo, cerca de Curapaligüe. Épocas difíciles pero dignas.
Estación Curapaligüe
Y de pronto aparece el tren, con un hecho que cambió sus pasos para siempre.
Su padre Agustín fallece muy joven en un accidente. Lo que se dice, una verdadera tragedia. Un viaje de rutina desde el campo hasta el pueblo. El paso a nivel del lado Río Bamba.Un animal que se niega a seguir tirando del sulky justo sobre las vías. Un tren que se acerca a toda velocidad. Un hombre que intenta mover al animal, que se empaca y se clava sobre los rieles. El momento de la decisión que llega y el bisabuelo Agustín Bucci, sabedor de lo que es la pobreza, tener muy poco y la necesidad del animal para el trabajo, que espera hasta el final para intentar salvarlo….
Recuerdos en Curapaligüe
Siempre contaba Don Virginio que los testigos del accidente le gritaron que lo dejara, que se tirara del sulky y que cuando decidió bajarse con el tren encima, el caballo se espantó pegando un tirón que dejó a su padre a merced de la mole ferroviaria. Todo cambió en apenas un puñado de segundos… fatales… Casi 100 años más tarde, al costado del paso a nivel lado oeste de la estación Curapaligüe, una cruz de hierro nos trae el recuerdo emocionado de aquel suceso familiar…

Desde ese momento conoció la necesidad de “parar la olla” desde muy chico, viviendo todo tipo de penurias y maltratos en épocas donde nada se conocía del trabajo infantil y sus abusivas implicancias. Fue boyero en distintas chacras y estancias de la zona, cuidando animales y haciendo todo tipo de tareas rurales pese a su corta edad. Pasó temporadas enteras alejado de Rosa, su madre, llorando en el silencio de la noche. Todo servía para acercarle dinero que permitiera sobrevivir a ella y a sus hermanos…
José Camilo Crotto
Gob. de Bs As. 1918-1921
La falta de trabajo lo obligó a comenzar a recorrer caminos cada vez más lejanos, y allí apareció nuevamente el tren… para volver a dar un giro a su vida. Fue habitual pasar días viajando como “croto” en distintos trenes en busca de las cosechas que trajeran el sustento. Corridos por la policía, mirados con desconfianza por los habitantes de cada pueblo, los crotos se desplazaban para trabajar. Se los conocía con ese nombre a raíz de una norma emitida por el Gobernador de Buenos Aires José Camilo Crotto, que permitía a los trabajadores rurales viajar en los trenes de carga en busca de trabajo.
Margarita, Virginio
y el pequeño Armando
Los años que siguieron a la gran crisis del ’29 fueron duros en todo el mundo, y la Argentina no fue una isla. Muchos hombres “linyereaban” de un lado a otro en búsqueda de trabajo. La vida entre viajes lo llevó hasta Doña Margarita Beoletto. Un amor que fue creciendo entre Curapaligüe y Laboulaye, contra todas las adversidades y que dejara como primer testimonio a Armando, el hijo varón de la familia. Mi padre, la otra mitad de la historia.

Estación Las Acequias
La búsqueda de la cosecha de maíz lo dejó una noche en un pueblo desconocido para él. Hizo ranchada en un extremo del predio de la estación, escondido de la policía, quien muchas veces no entendía que esa gente desaliñada no buscaba problemas, sino trabajo. A primera hora de la mañana y cuando se disponía a caminar hacia el campo en busca del “conchabo”, un “milico” se cruzó en el camino, pero esta vez vaya a saber porque ese policía, en lugar de “meterle palo”, le recomendó un lugar que estaban buscando peones para la cosecha. Así  Virginio Bucci había echado raíces en Las Acequias. Hubo trabajo suficiente como para juntar unos pesos y viajar a buscar a su esposa e hijo.
Armando Bucci (izq.), en el vagón postal  
Armando creció entre el pueblo y la campaña, acompañado de sus padres y sus hermanas Ángela y Rosa. Con el tiempo, ya de muchacho decidió viajar a probar suerte a Buenos Aires, donde entró a trabajar en el Correo, consiguiendo un puesto en la Oficina de Estafetas Ambulantes.
Otra vez el tren en la historia familiar... aunque esa será para otro momento.

Las Acequias, un pequeño pueblo de grandes recuerdos. De largas caminatas por la vía levantando perdices con el viejo y el abuelo; de viajes en tren en el vagón postal donde me sentía un rey en su palacio cada vez que abría el portón para entregar la correspondencia; de inviernos duros y veranos de sueños largos; de pasado feliz y con afectos; de presente con ausencias que aun duelen…
Las Acequias… una historia de trenes…

                                    


DATOS GENERALES ESTACIÓN LAS ACEQUIAS (FCBAYR / FCCA) ³
Cota de Riel
291,50 metros sobre el nivel del mar
Galpones
Cargas generales
222 m²            (171 m² para cereales)
Administración
1.214 m²
Cantidad de Bretes
1        (lado Oeste)
Ubicación depósito de agua locs.
Oeste
Molino a viento
1         (1,5 m³ por hora)
Corrales
1.770 m²
Bebederos
1
Estanques
(capacidad)
100 m³
Longitud de Vías
Habilitadas para cruces
481 metros
Auxiliares
498 metros
Número de Rampas
de Costado
1
De Punta
ninguna

¹ Sitio Web de la Municipalidad de Las Acequias / Heráldica Argentina.-

² “Significado de la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias de la República Argentina”;   de Enrique Udaondo; Ministerio de Obras Públicas; Buenos Aires, 1942.-

³ “Ferrocarril Central Argentino – Itinerario de Servicio Nº 81” – 15 de Diciembre de 1934

Estación Las Acequias
Antiguo reloj de la estación
Galería de la estación
Vista hacia Alejandro
Galpón y silos
Bv. Córdoba, zona de ingreso a la estación
Sanitarios
Vivienda ferroviaria
Calle Chacabuco, esq. E. Moyano:
 la casa de Virginio y Margarita
Marco de palancas
Tanque de agua
Señales con vista hacia Alejandro
La estación en 1991
Otra vista en 1991, al fondo aún
se podía ver el cartel de la estación
Vista del acceso lateral al andén
Virgen de Luján
Cerchámetro: medidor de gálibo de altura
Edificio centenario de Las Acequias



domingo, 26 de marzo de 2017

Una estación para Don Francisco Meeks...

Don Francisco J. Meeks

“Como el nombre con que es designada una estación lo adquiere virtualmente el lugar por ella servido, debe ser elegido con el convencimiento de que es justo que sea recordada la persona o suceso epónimo…

 Manuel Castello, 
Director General de Ferrocarriles, 
21 de junio de 1928





En marzo de 1928 Francisco Meeks, vecino de Lomas de Zamora, se dirigió al Ministro de Obras Públicas de la Nación, Dr. Roberto Ortiz, solicitando que el Poder Ejecutivo Nacional  designe con su nombre una estación del Ferrocarril del Sud (de aquí en adelante, FCS). Meeks indicó que efectuaba la presentación a pedido “de las altas autoridades en Londres del Gran Sud de Buenos Aires”, ya que las reglamentaciones sobre la materia inhibían a la compañía ferroviaria para iniciar tal gestión.


Henry Charles Allen
Presidente del Directorio - FCS
La petición se fundaba, según señaló el propio Meeks, en su larga actuación en beneficio del FCS y de la provincia de Buenos Aires. El propio ministro Ortiz había reconocido personalmente su trayectoria. Los directivos del FCS, por su parte, estaban “deseosos de honrar a este ciudadano”, y creían que era “perfectamente justo” que en reconocimiento a su actuación se impusiera su nombre a una estación de su extensa red. Entre ellos estaba Henry C. Allen, presidente del directorio en Londres, a quien Meeks había visto en su última visita a la Argentina, y Fernando Guerrico, presidente de la comisión local, quien le habría requerido gestionar la solicitud.
Meeks manifestó que estaba “ligado al progreso de la provincia de Buenos Aires y también a la fundación y explotación de numerosos establecimientos ganaderos, servidos por las líneas de la misma Empresa”[1]. La provincia se había beneficiado con las obras de fomento de este “hijo y pionero de esta tierra”, tal como él mismo se definía, y con su intervención en la venta del Ferrocarril del Oeste, en 1890, “haciéndolo subir de precio en 6.000.000 de pesos oro”[2].
Dr. Roberto Ortiz
Ministro de Obras Públicas de la Nación
En cuanto al FCS, Meeks sostuvo que estaba vinculado a dicha empresa por haber promovido su expansión, “bien como concesionario y como colonizador en Arroyo Corto, Huanghelen [sic], Cochicó y Guaminí, bien como iniciador y donante del primero, y hasta el presente único camino, pavimentado, que une las estaciones Lomas de Zamora y Temperley”. [3] A su juicio, este camino, denominado “Avenida Meeks”, había representado en la época de su construcción “un factor de importante progreso”, estableciendo la base de la actual ciudad de Lomas de Zamora, “que hoy da 20.000 pasajeros diariamente a dicha empresa” [4].
En el plano estrictamente ferroviario, Meeks destacó que él había sido el único concesionario que le había ofrecido al FCS una concesión gratuita, que la compañía no aceptó, para finalmente comprársela en £ 20.000.- esterlinas, y recordó que al escriturarse el convenio de transferencia de esa concesión, se estableció que se le daría su nombre a una estación. 


Trayectoria de Francisco Meeks

¿Quién era Francisco Meeks? ¿Qué merecimientos tenía para que una estación del FCS llevara su nombre? Nacido en 1859, y de profesión ingeniero, Meeks fue un hombre emprendedor y audaz. En la década de 1880 adquirió extensos campos en el SO de la provincia de Buenos Aires, como la estancia “Huanguelén”, de 39.000 hectáreas, en los que se dedicó a la introducción de reproductores de alta calidad de varias razas vacunas, caballares y lanares. En esos años, Meeks desplegó una intensa y variada actividad: además de ganadero, ejerció la función pública en Lomas de Zamora, su lugar de residencia, fundó centros agrícolas e incursionó en el negocio ferroviario, aunque con resultados dispares, no exentos de polémica. Temperamental y orgulloso, siempre buscó el agradecimiento público del que se creía merecedor por sus acciones.
Al cabo de unos pocos años, sin embargo, Meeks desapareció del escenario público. Con el correr del tiempo, además, fue perdiendo sus posesiones, y entrada la década de 1920 ya atravesaba una situación de penuria. A pesar de ello, nunca perdió su vanidad. Estaba convencido que la provincia de Buenos Aires y el FCS le debían una inmensa gratitud, y una estación con su nombre era un justo reconocimiento a su trayectoria. Imbuido de esa convicción, presentó su solicitud al Ministro de Obras Públicas. 


Los Méritos de Francisco Meeks

Dr. Manuel F. Castello
Director General de FFCC

La Dirección General de Ferrocarriles (de aquí en adelante, DGF)  era la autoridad competente para asignar los nombres de las estaciones. Antes de decidir sobre la procedencia de la solicitud de Meeks, su titular, Manuel Castello, consultó la opinión del FCS y la del ingeniero Ernesto Boatti, Ministro de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires.
Fernando Guerrico, en representación del FCS, señaló que en diversas ocasiones Meeks aparecía “vinculado a obras de progreso que se han proyectado en un caso y realizado en otros, en diferentes puntos de la zona servida por el Ferrocarril”[5]. Desde ese punto de vista, afirmó Guerrico, el nombre de Meeks gozaba de simpatías en el FCS. La empresa, sin embargo, no dio mayores detalles sobre la actuación de Meeks ni tampoco se pronunció sobre la solicitud misma, ya que, como le recordó Guerrico a la DGF, a los ferrocarriles no les estaba “permitido proponer ni indicar nombres para estaciones”.
Fernando Guerrico
El Ministerio a cargo del ingeniero Boatti, en cambio, remitió a la DGF un informe sobre las iniciativas de Meeks “en pro del progreso de la Provincia” que incluyó, entre otros aspectos, una reseña de su paso por la actividad ferroviaria. A este respecto, el MOP señaló que Meeks gestionó y obtuvo en 1888 una concesión del gobierno de la provincia “para la construcción y explotación de una ‘vía férrea’ que partiendo de la Estación La Gama del Ferro - Carril del Sud (hoy Lamadrid) llegue a Guaminí y de este punto a Carhué y Puán, terminando en la Estación Alfalfa (hoy Saavedra) del F.C. del Sud”. El decreto del PE provincial que aprobó la concesión (julio de 1888), lo autorizó además a formar dos centros agrícolas en terrenos de su propiedad en el partido de Guaminí, en una extensión de 10.800 hectáreas. Meeks no ejecutó la concesión, sino que la transfirió al FCS, tan sólo 24 horas después de su aprobación legislativa. El informe puntualizó que en el contrato definitivo de concesión se estableció que el FCS “establecería en el centro de cada Centro Agrícola las estaciones correspondientes que deberán llevar el nombre de cada centro agrícola respectivamente”[6], lo que contradecía la afirmación de Meeks de que ese convenio estipulaba la designación de una estación con su nombre. Unos años más tarde, en julio de 1893, una resolución dejó sin efecto la concesión de la línea de La Gama a Guamaní.
Ing. Ernesto C. Boatti
Ministro de Obras Públicas
Pcia. de Buenos Aires
                        
Por otra parte, el MOP provincial manifestó que no tenía constancias de que Meeks hubiese participado en la venta del Ferrocarril Oeste provincial.

En cuanto a la venta del Ferro Carril Oeste, no existen en esta Oficina, antecedentes que permitan destacar la actuación del recurrente en esas actuaciones. [7]

En lo que respecta a su actividad colonizadora, se indicó que constaba en un expediente del año 1888 que el PE había aprobado los Centros Agrícolas Huanguelen y Cochicó fundados por Meeks.
Por último, el informe se refirió a la donación que Meeks hizo en 1887 a la Municipalidad de Lomas de Zamora de la avenida que lleva su nombre, destacando que su pavimento fue pagado casi en su totalidad por él mismo. Se adjuntaba una copia del acta de aceptación de la donación por parte del Consejo Municipal.
El MOP de la Provincia consideró que los datos aportados “podrían servir como elementos de juicio para que la autoridad correspondiente adopte la resolución que estime pertinente”, pero no dio su opinión sobre los mismos ni indicó si la petición debía ser acogida, como había solicitado la DGF.
En rigor de verdad, el informe no era tan favorable a la petición de Meeks, ya que contradecía algunas de las afirmaciones incluidas en su presentación a Ortiz. Ello hacía suponer que su trayectoria había sido menos exitosa de lo que él se había jactado. La DGF, sin embargo, consideró que la solicitud de Meeks era procedente. Castello le comunicó a Ortiz que los antecedentes suministrados por el MOP de la provincia de Buenos Aires destacaban “la eficiencia de acción pública desarrollada por el Señor Meeks, haciéndole acreedor a una consagración como la solicitada”[8].
El deseo de Meeks demoraría más de un año en hacerse realidad. Antes de adentrarnos en las vicisitudes que sufrió la asignación de su nombre a una estación del FCS, creemos interesante, y aún necesario, brindar más detalles sobre la actuación pública de Meeks. 


La Avenida Meeks


Francisco Meeks participó activamente de la vida comunal de Lomas de Zamora. Fue tesorero (1885) y presidente de la municipalidad (1886). Ese año cedió una franja de terreno de su quinta junto a las vías del ferrocarril con la idea de abrir una calle que facilitara la conexión entre Lomas y Temperley. Como la municipalidad se demoró en iniciar los trabajos, Meeks propuso hacerse cargo del adoquinado de 8 de las 10 cuadras que tendría la calle; las restantes 2 cuadras correrían por cuenta de los vecinos y de la propia municipalidad. Meeks, además, ofreció donar gratuitamente al municipio la avenida que se proponía abrir, lo que fue aceptado por el Consejo Deliberante en agosto de 1887. Se le otorgó a Meeks el derecho de preferencia, en igualdad de condiciones, para el caso de proyectarse “una vía de Tranway”, pero la disposición más importante para él fue que el municipio decidió denominar a la futura arteria “Avenida Meeks”. Fue la primera calle empedrada de Lomas de Zamora y hasta el día de hoy conserva su nombre original.  
Avenida Meeks (Lomas de Zamora)
(foto - http://lomasnuevoolomasviejo-besuzzo.blogspot.com.ar)

La concesión Meeks: vías férreas y centros agrícolas

Los años 1887/89 se caracterizaron por el otorgamiento indiscriminado de concesiones ferroviarias, tanto a nivel nacional como provincial. Muchos de los concesionarios fueron meros especuladores, que con buenos contactos políticos, obtenían el derecho a construir un ferrocarril con el sólo propósito de vendérselo a un grupo capitalista. Los proyectos se aprobaban en general sin ningún estudio de factibilidad previo, lo que dio origen a muchas concesiones que presentaban trazados superpuestos.
Máximo Paz
Gobernador de la Pcia. de Buenos Aires 1887-1890
En la provincia de Buenos Aires, el gobierno de Máximo Paz promovió esta política, privilegiando el otorgamiento de concesiones a particulares por sobre las empresas ya establecidas, con la idea de introducir la competencia en zonas ya servidas por aquellas, en especial el FCS, el que se vio obligado a adquirir, total o parcialmente, concesiones que amenazaban su red.
En ese contexto de “fiebre ferroviaria”, Francisco Meeks se presentó al PE de la provincia de Buenos Aires en marzo de 1888 pidiendo autorización para construir una vía férrea de Pigüé a Guaminí y de allí a La Gama, comprometiéndose a formar dos centros agrícolas en los campos de su propiedad que cruzara el ferrocarril si el gobierno aprobaba la concesión. Cuatro meses más tarde, con los informes favorables de la oficina de Agricultura y el Departamento de Ingenieros, el PE aprobó la solicitud de Meeks (decreto del 6 de julio de 1888). La concesión que se le otorgó incluía la formación de dos centros agrícolas en campos de su propiedad en el partido de Guaminí, la constitución de un centro agrícola en tierras fiscales linderas a sus campos, y que Meeks ocupaba, y la construcción de la línea ferroviaria ya descripta. 
Desde el comienzo, Meeks tuvo problemas para llevar adelante la concesión. Cuando el gobierno provincial le ordenó depositar los m$n 30.000 (pesos moneda nacional) exigidos como garantía por la Ley de Ferrocarriles, Meeks propuso que en sustitución de esa suma de dinero se aceptara un inmueble de su propiedad ubicado en Lomas de Zamora, valuado en m$n 135.000. El gobierno aceptó la propuesta, tomándose nota en la oficina de hipotecas de la inhibición ordenada (diciembre de 1888).
En esta situación, Meeks practicó algunos estudios para la línea solicitada, pero al encontrar serias dificultades por la naturaleza del terreno, pidió realizar un desvío de algunos kilómetros, que partiendo de Guaminí pasara por Carhué y Puán, terminando en Alfalfa. El gobierno aceptó esta modificación por decreto del 9 de mayo de 1889, dejando sin efecto la línea de Guaminí a Pigüé.
Unos días más tarde, el 29 de mayo, el gobernador de la provincia, Máximo Paz, celebró con Francisco Meeks el contrato por el cual se concedía a éste la construcción y explotación por su cuenta de una vía férrea desde la estación La Gama del FCS hasta Guaminí y de este punto a Carhué y Puán, terminando en la estación Alfalfa, del FCS. El contrato establecía que los estudios definitivos de la línea debían ser presentados por secciones a la aprobación del Poder Ejecutivo dentro del término de 6 meses de la concesión. Los trabajos debían iniciarse a los 6 meses de obtenida la concesión y terminarse a los 3 años contados desde esa fecha, pudiendo adelantarse la explotación de la línea por secciones. La vía sería de trocha ancha, a construirse con materiales de primera calidad, al igual que el tren rodante a emplearse, y el tipo de rieles, obras de arte, pendientes, etc, serían iguales a las del FCS. La empresa tendría su domicilio en la ciudad de La Plata y se regiría por la ley y los reglamentos de los ferrocarriles provinciales. Finalmente, se establecía que sus tarifas no podrían superar a las que aplicaba el FCS en sus líneas.
La Legislatura de la provincia aprobó las bases del contrato de concesión el 4 de septiembre de 1889 (Ley Nº 2164). Meeks le transfirió inmediatamente la concesión al FCS, quien la adquirió para evitar la competencia de otro ferrocarril en el SO de la provincia. El 6 de septiembre el Poder Ejecutivo provincial aprobó la cesión del contrato de concesión a favor del FCS. La empresa depositó la garantía de m$n 30.000, con lo que también se dispuso el levantamiento de la inhibición que pesaba sobre la propiedad de Francisco Meeks. El gobierno provincial suscribió el contrato definitivo con la compañía ferroviaria, sin que se dispusiera la asignación del nombre de Francisco Meeks a una estación en las líneas a construirse. 
Transferida su concesión al FCS, Meeks no volvió a intervenir en la actividad ferroviaria. El FCS, por su parte, construyó la sección Guaminí-Carhué-Puán-Alfalfa, que fue librada al servicio público en abril de 1899. El tramo Guaminí-La Gama, en cambio, no se construyó y fue dejado sin efecto por resolución del PE provincial de julio de 1893, a pedido del propio ferrocarril. 
                               
Mapa de la Prov. de Buenos Aires de 1891 , con la extensión del FCS sobre la base de la concesión de Meeks
 (La Gama - Guaminí - Carhué - Puan - Alfalfa)
                         

Colonias y penurias

Francisco Meeks fundó los centros agrícolas Huanguelén y Cochicó en el Oeste de la provincia de Buenos Aires, pero ambos emprendimientos fracasaron. La breve historia de la Colonia Cochicó, cerca de Guaminí, fue particularmente trágica. Meeks asentó allí 25 familias, la mayoría de origen holandés, pero no les suministró los materiales indispensables para levantar sus casas ni los elementos de labranza para trabajar la tierra. Librados a su suerte, los colonos soportaron toda clase de penurias, hasta que una epidemia se llevó la vida de la mayoría de ellos. Los sobrevivientes abandonaron la colonia, tan sólo meses después de haber sido constituida.


El Perdido

Estación José A. Guisasola (El Perdido)
Aprobada la solicitud de Meeks, la DGF se abocó a encontrar una estación del FCS a la que se le pudiera sustituir el nombre por el de ‘Francisco J. Meeks’. Se consideraron los casos de las estaciones El Perdido, La Noria y Arroyo Corto, y la Inspección General de Explotación Comercial encomendó al Inspector E. R. Rojas a investigar, in situ, los antecedentes relativos a la asignación de los nombres de esas estaciones.
Rojas se entrevistó con antiguos vecinos y pobladores de la zona donde se asentaban las tres estaciones. El 1º de septiembre de 1928 elevó su informe. El Perdido le pareció la más indicada para ser renombrada, ya que como señalaba en una nota final, sus habitantes no se opondrían a un cambio de nombre.

Debo agregar a este informe que de las conversaciones tenidas en “El Perdido” con comerciantes y antiguos vecinos resulta que no tendrían objeción que hacer si se le cambiara el nombre a la estación. [9]

Vista lado calle de José A. Guisasola
El Perdido era una estación ubicada en el Partido de Coronel Dorrego, en la vía Tres Arroyos-Bahía Blanca, que había sido construida en 1906, varios años después de la inauguración de la línea (1891). El nombre provenía de un arroyito que nacía en un campo ubicado a unos 5 kilómetros de la estación y que se perdía en el mismo. Rojas señaló que la razón para atribuir ese nombre a la estación había sido regional, pero que no registraba antecedentes históricos ni había sido pedida por los propietarios de campos en esa época.
                                                                                                            
Alrededor de la estación se había formado un pueblo “de relativa importancia sobre todo por su agricultura”, como informó Rojas, “con importantes casas de comercio”. El funcionario estimó su población urbana en unos 2500 habitantes.
Estación Guisasola - Vista general
La DGF consideró que si en opinión de Rojas el nombre aparente para ser sustituido era el de El Perdido, entonces podría asignarse el de ‘Francisco J. Meeks’ a esa estación. El 27 de septiembre de 1928 el Ministro Ortiz dictó una resolución que dispuso que “la actual Estación ‘El Perdido’ de la línea de Tandil a Bahía Blanca del Ferrocarril del Sud, se denominará en lo sucesivo ‘Francisco J. Meeks’”, en reconocimiento a la “amplia y eficiente acción pública” desarrollada por el recurrente.
Los vecinos de El Perdido se manifestaron en contra de la resolución y a los pocos días solicitaron al nuevo Ministro de Obras Públicas, José B. Avalos, la deje sin efecto, con el argumento de que Meeks no era conocido en el pueblo ni había desarrollado su acción pública en la zona.

En la localidad, Señor Ministro, no es conocido, ni aún por los vecinos más antiguos, el nombre de Don Francisco J. Meeks, con el que se ha resuelto designar la Estación El Perdido (nombre que responde a la existencia del arroyo así denominado), a raíz de lo solicitado por el mismo Señor Meeks […] quien en la actuación pública que pueda haber desarrollado, la que estamos lejos de desconocer por cierto, no ha sido un benefactor de esta zona ni de las a ella adyacentes […].[10]
   
Estación Guisasola - cartel y tanque
Si había que señalar un benefactor de El Perdido, indicaron los vecinos, ese era el señor José A. Guisasola. En 1906, como propietario de los campos adyacentes, Guisasola había accedido “con toda espontaneidad, desprendimiento y altruismo” a la solicitud de vecinos y pobladores de la zona para que se fundara el pueblo. A su gestión posterior y a sus múltiples donaciones se debían “la existencia de todos los edificios destinados a los servicios públicos y de educación común del pueblo”. En la actualidad, Guisasola seguía siendo “el más grande benefactor” de los intereses generales de la población de El Perdido, “con prescindencia absoluta de beneficios utilitarios e intereses personales de cualquier género". Por ello, los vecinos consideraban que si se debía cambiar el nombre de la estación del pueblo por algún otro, sería “de extricta [sic] justicia” denominarla ‘José A. Guisasola’, lo que solicitaban al Dr. Abalos. El nombre propuesto respondía “a una estrecha vinculación con la breve historia del desarrollo de este pueblo y al reconocimiento que sus habitantes largamente radicados en él, debemos a su verdadero fundador y a su mayor benefactor […]”.

                                                                       


Otras estaciones que pudieron llevar el nombre de Francisco Meeks:


Arroyo Corto:

                                                                     

La Noria:

                                                                       



Kilómetro 99 [11]  

Estación Roberto J. Payró

Ante el pedido de los vecinos de El Perdido, la DGF inició las actuaciones correspondientes para encontrar otra estación a la que se le pudiera dar el nombre de Francisco J. Meeks. Se buscaron nombres de estaciones cuya sustitución no generase controversias. La Inspección General de Explotación Comercial decidió que el mejor criterio era considerar los casos de estaciones que llevaran por nombre los numerales correspondientes a sus distancias kilométricas (desde Plaza Constitución). Se estudiaron entonces las siguientes alternativas: Kilómetro 5 (patio de maniobras), Kilómetro 99 (entre Bavio y Vieytes), Kilómetro 103 (entre Oliden y Vergara), Kilómetro 132 (entre Alvarez Jonte y Verónica), Kilómetro 198 (entre Saladillo y Esther) y Kilómetros 823, 1079, 1113, 1120, 1156 y 1164, de la línea de Bahía Blanca a Neuquén, aunque para estos últimos ya se habían propuesto otros nombres. Lo mismo sucedía con el Kilómetro 132.[12]  
Vista General del Roberto Payró

También se indicó que “podría reservarse el nombre de la referencia para alguna de las estaciones del ramal de Chillar a J. E. Barra y Dorrego, aún no denominadas”[13], aún cuando ya estaban en trámite pedidos de nombres para varias de ellas por parte de vecinos de sus zonas de influencia.
El 6 de diciembre de 1928 una resolución del Ministro de Obras Públicas dispuso la sustitución del nombre de la estación ‘Francisco J. Meeks’ por el de ‘José A. Guisasola´, designándose con el primero a la estación del Kilómetro 99, entre Bavio y Vieytes. El Dr. Avalos consideró que al solicitarse la designación de ‘Francisco J. Meeks’, “no se determinó estación alguna, refiriéndose a cualquiera de las del Ferrocarril del Sud”, por lo que no había objeción alguna que oponer al pedido de los vecinos de El Perdido, “ya que ese nombre [el de Meeks] puede darse a otra estación del mismo Ferrocarril y dentro de la misma provincia”.




Huanguelén  

Estación Huanguelén
El 27 de diciembre de 1928 un grupo de propietarios y antiguos vecinos de Huanguelén elevaron una nota al Dr. Avalos solicitando que se le diera el nombre de ‘Francisco J. Meeks’ a la estación ‘Huanguelén Sud’, del FCS. Ello evitaría, explicaron, la confusión que provocaba la existencia de “dos estaciones del mismo nombre en una misma localidad”. En efecto, este pueblo del Partido de Coronel Suárez estaba servido por dos ferrocarriles, cada uno con su propia estación, el ya mencionado FCS, y el Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano. Las estaciones se encontraban situadas a unas veinte cuadras la una de la otra.
El cambio de nombre respondía, además, al deseo de los vecinos de honrar la labor progresista que había desarrollado Meeks en favor de Huanguelén.

Por otra parte con ello veremos satisfecho el reconocimiento que nos merece dicho nombre en recuerdo de la acción engrandecedora que dicho ciudadano aportó a esta localidad hacen [sic] cuarenta años en la que fue propietario de treinta y dos leguas “Huanguelén y Cochicó” que luego colonizó habriendo [sic] esa corriente de progreso en épocas en que todavía tales empresas eran utopías.[14]



La DGF comisionó al Inspector de Distrito, Melimán Reyes, a investigar la procedencia del pedido. Los vecinos entrevistados, “considerados de los más antiguos de la localidad”, le manifestaron a Reyes que “nadie deseaba se cambiase el nombre de la actual estación ‘Huanguelén’ del F.C.S.”. Estos señalaron que no conocían a Meeks, de quien manifestaron además que “ese pueblo no ha recibido ningún impulso o donación para su progreso”. Tampoco le conocían propiedad alguna en el mismo.
En cuanto a aquellos vecinos que habían firmado la petición para que fuese cambiado el nombre de la estación, expresaron que lo habían hecho sólo “por una atención personal” a Meeks, pero que en realidad no querían que se lleve a cabo esa modificación. Los firmantes le entregaron una declaración a Melimán Reyes en la que admitieron que Meeks había solicitado personalmente esas firmas, “no siendo ni un deseo ni tampoco una necesidad el cambio de denominación a la estación ‘Huanguelén’ del F.C.S. creando esto más bien una situación incómoda para el comercio local”.[15]

                                 



CONTINUARÁ !!!


Referencias 

[1] Carta de Francisco Meeks a Roberto Ortiz. Buenos Aires, 14 de marzo de 1928.        Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario.

[2] Carta de Francisco Meeks a Roberto Ortiz…

[3] Carta de Francisco Meeks a Roberto Ortiz…

[4] Carta de Francisco Meeks a Roberto Ortiz…

[5] Carta de Fernando Guerrico a Manuel Castello. Buenos Aires, 17 de abril de 1928. Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario.

[6] Carta del Ingeniero Ernesto C. Boatti a Manuel Castello. La Plata, 11 de julio de 1928. Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario.

[7] Carta del Ingeniero Ernesto C. Boatti a Manuel Castello. La Plata, 11 de julio de 1928… 

[8] Carta de Manuel Castello a Roberto Ortiz. Buenos Aires, 20 de septiembre de 1928. Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario.

[9] Informe del Inspector E. R. Rojas al Jefe de la Sección Control de Servicios. 1º de septiembre de 1928. Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario. 

[10] Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario.  

[11] La actual Roberto Payró.

[12] Se había solicitado la denominación de ‘Beethoven’ para el Kilómetro 132.

[13] Inspección General de Explotación Comercial, 28 de noviembre de 1928. Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario. 

[14] Expediente: Vecinos de Huanguelén (F.C.S.) s/cambio de nombre de dicha estación por el de Francisco J. Meeks. Archivo del Ministerio de Obras Públicas. Museo Nacional Ferroviario.

[15] Nota de los vecinos de Huanguelén al Inspector Melimán Reyes. Huanguelén, 15 de marzo de 1929. Archivo del MOP. Museo Nacional Ferroviario".


    "Historia del Ferrocarril Sud 1861-1936", de William Rögind, Buenos Aires 1937.-